lunes, 30 de junio de 2014

Aka Manto - El papel de la muerte.

Aka Manto (que significa "Capa Roja" en japonés), es el nombre de una de las leyendas urbanas más conocidas en el país del sol naciente; y trata sobre un espíritu conocido como el Aka Manto, que aparece en baños públicos y escolares cuando alguien está solo en el inodoro.
La historia tiene sus orígenes en la época Showa, ya que en el año de 1935 circulaban cuentos de un hombre vestido con una capa roja, que se ocultaba en los armarios de una escuela primaria en Osaka; otra variación habla de un "vampiro" con una capa que aterrorizó un vecindario de Tokio en 1940; y unos más hacen referencia a una Kamishibai, una narración tradicional japonesa que hablaba sobre un hombre mágico envuelto en una capa roja. Sin embargo, la historia de Aka Manto como se conoce en la actualidad apareció por primera vez en la década de 1980; propagada por estudiantes de escuelas primarias en Tokio.

La leyenda dice lo siguiente:
Cuando alguien está solo en un baño de escuela, al terminar sus necesidades escuchará una voz fantasmal que pregunta "¿Papel rojo o blanco?", y acto seguido dos rollos de dichos colores aparecerán frente a la persona. Si se elige el papel rojo, el Aka Manto aparece y desolla a la víctima; arrancándole la piel pero dejando que la víctima siga con vida para que pueda sentir el dolor mientras se desangra.
Si se elige azul, entonces el Aka Manto cortará las piernas de la persona para que se desangre y así muera lentamente.
Intentar despistar al fantasma es incurrir en su ira, lo cual es muy poco aconsejable. Si se elige otro color para despistarlo, un agujero negro se abrirá en el piso y varias manos blancas saldrán de él para jalar a la víctima hacia la oscuridad.
Supuestamente, la única manera de escapar es salir corriendo del baño; pero en ciertas versiones de la historia, el Aka Manto aparece frente a la persona y bloquea la única salida. Otras narraciones dicen que el mundo se distorsiona mientras esto ocurre, y que el cubículo del baño permanece cerrado de manera sobrenatural hasta que la víctima toma una decisión. Finalmente, la manera más sencilla de engañar al Aka Manto es decir que no se necesita papel.

Bestias Atmosféricas

Representación fantástica de una bestia atmosférica.
El término "Bestia Atmosférica" es aquél otorgado a los reportes de criaturas vivientes que rompen las reglas de la zoología y la botánica; pues vuelan sin necesidad de alas, poseen cuerpos semi-sólidos o parcialmente invisibles al ojo.
De acuerdo con los reportes de testigos alrededor del mundo, las bestias atmosféricas son por lo regular de un color metálico, tienen la habilidad de incrementar su tamaño y adoptar una forma similar a la de una nube; así como volverse invisibles. Otros manejan que tienen un vago parecido con las ballenas, lo que les da el seudónimo de "ballenas aéreas" o "bestias nebulosas"; y podrían ser la causa de varios avistamientos de OVNIs. 
Otros reportes más inusuales aseguran que tienen comportamiento extremo, que va desde escupir chorros de agua, presentar bocas, ojos, aletas y otros apéndices colocados en posiciones similares a las halladas en invertebrados acuáticos. Se maneja también que al morir, pueden caer a la tierra como masas gelatinosas de varios colores que se evaporan a lo mucho en cuestión de horas; un fenómeno conocido como "Star Jelly" o Pwdre ser (putrefacción de las estrellas en galés). Este fenómeno ha sido reportado en todo el mundo.

Las bestias atmosféricas aparecen en el folklore de varias regiones. Por ejemplo, en Inglaterra existen los "Deshuesados" o "Sin Forma"; seres mitológicos que asemejan una pequeña nube de niebla semi-sólida. Esta historia fue narrada por un policía británico décadas atrás.
De acuerdo a su historia, encontró a la criatura mientras patrullaba en bicicleta. La criatura se sentía como una manta suave y olía a humedad. Luego de que la criatura lo tocó, flotó a la distancia; lo que dejó al oficial convencido de que se trataba de una criatura viviente.
Otras personas que dicen haber sido tocados por estos seres cuentan que se siente como ser tocados por grandes lenguas tibias.
En las islas Shetland, se les conoce como "Ello"; y se les considera "animales de nube", explicando que ya que el océano puede contener vida misteriosa e invisible, también es probable que las nubes formen un vasto "océano" atmosférico arriba de la tierra, y que "Ellos" son solo animales nativos de las nubes. 

Rods.
Ejemplo de un Rod en video.
En las últimas décadas del siglo XX, la teoría de las bestias atmosféricas ganó una nueva notoriedad cuando comenzaron a reportarse avistamientos en video de posibles insectos desconocidos o una variedad de estos seres a la que se le dio el nombre de "Rod".
Se les descubrió en la década de los noventa, a raíz de que varias personas comenzaran a encontrar "perturbaciones" en videos que asemejaban bastones o varillas que se movían a gran velocidad, y de características transparentes o blancuzcas. La mayoría de estos fenómenos eran rápidos y apenas visibles al ojo humano, y se les podía ver mejor en áreas de un mismo color (como una pared o el cielo). Con el tiempo, quienes se dedicaron a buscar evidencia de los Rods los encontraron en toda clase de filmaciones: viejos programas de televisión, videos caseros, películas y eventos deportivos; entre otros. Había demasiados ejemplos para estudiarlos detenidamente, y sorpresivamente también comenzaron a ser hallados en fotografías.
Un estudio detenido de fotogramas en que aparecen los Rods, reveló que estos seres tenían características de objetos tridimensionales; lo que de inmediato descartaba la posibilidad de que se tratase de errores del lente o el filme, y que confirmaba a su vez que se trataba de elementos presentes a la hora de grabar el video. Los Rods son cilindros uniformes sin diferencias en ambos lados del cuerpo, y que presentan apéndices o alas a los costados; las cuales vibran a gran velocidad para posiblemente impulsarse a través del aire.

El monstruo de Crawforsdville.

El monstruo en el manual del juego D20 Modern.
El 5 de Septiembre de 1891, el diario de Crawfordsville publicó una nota sobre el encuentro de dos repartidores de hielo con un extraño fenómeno que flotaba en el aire sobre el lugar donde se encontraban; y lo describían como una aparición horrible que les causó terror. Un avistamiento similar fue reportado por un pastor metodista y su esposa; y el diario de Crawfordsville publicó que la criatura "medía casi seis metros de largo y dos y medio de ancho, se movía rápidamente por el cielo con múltiples pares de aletas; y era de un blanco impoluto, sin forma definida; asemejando un gran manto blanco que tuviese aletas propulsoras. No tenía cabeza o cola visible, pero tenía un gran ojo ardiente y emitía un sonido jadeante a través de una boca invisible. Se movía como una bandera en el viento, y frecuentemente se sacudía como si agonizara".

El diario de Indianapolis y otros diarios a lo largo del país reimprimieron la historia; lo que ocasionó que la oficina de correos de Crawfordsville recibiera decenas de reportes de avistamientos que rayaban incluso en lo ridículo. Finalmente, dos hombres locales persiguieron a la bestia en cuanto volvió a aparecer; y descubrieron que no era más que una parvada de aves desorientadas por la instalación de las nuevas luces eléctricas del pueblo.

domingo, 29 de junio de 2014

Idi Amin Dada - El Monstruo de Uganda.

Idi Amin Dada (1925-2003)
Uno de los líderes mundiales más enigmáticos del siglo XX fue Idi Amin Dada, que sirvió como presidente de Uganda entre 1971 y 1979; tras ejecutar un golpe de estado para derrocar al entonces presidente Milton Obote.
Idi Amin nació entre 1923 y 1928 (no se cuenta con una fuente oficial o una biografía de su persona) en la tribu Kakwa, y se crió en un pueblo agrícola del noroeste del país. Tras abandonar su educación en el cuarto año de primaria, Idi Amin se enlistó en el cuerpo de Fusileros Africanos del Rey, donde rápidamente ascendió al rango de coronel y jefe del ejército. De Amin se sabe que fue un gran atleta, campeón de boxeo en Uganda durante toda la década de los 50 y un ávido jugador de rugby.
En octubre de 1970, Idi Amin tomó control de las fuerzas armadas de Uganda; lo que le ocasionó conflictos con el entonces presidente, Milton Obote (a quien supuestamente casi asesina por poco); situación que concluyó con el degradamiento del rango de Amin de comandante de todas las fuerzas armadas a comandante del ejército.
El 25 de enero de 1971, un golpe militar organizado por Amin derrocó al gobierno de Obote y se llevó a la creación de un gobierno provisional, hasta que se convocara a nuevas elecciones que serían anunciadas una vez que las cosas se normalizaran en el país. Sin embargo, el gobierno militar "provisional" de Amin en realidad duraría por varios años.

El reinado de terror de Amin.
Restos de las víctimas de las matanzas étnicas de Amin.
Una vez en el poder, "Big Daddy" Amin (como también se hacía llamar); se convirtió en una figura ominosa, autoritaria y cruel; comenzando su reino de terror con una sangrienta represalia en contra de los partidarios de Obote, mayoritariamente parte de los grupos étnicos alcholi y lango.
En julio de 1971, se habla de que aproximadamente 5000 militares de origen alcholi y lango, así como 10,000 miembros de las etnias; habían desaparecido o muerto por la barrida sistemática de Idi Amin y sus soldados. Conforme avanzó el tiempo, el número de objetivos se incrementó y abarcó más grupos étnicos y tribus, líderes religiosos, periodistas, artistas, ejecutivos, jueces, abogados, homosexuales, estudiantes y extranjeros; muchos de estos homicidios siendo por placer o razones insignificantes.
Según los organismos internacionales que han recabado datos del gobierno de Amin, se estima que el número de víctimas a lo largo de sus ocho años de gobierno raya entre los 300,000 y los 500,000. En 1972, una guerra "económica" instigada por el dictador libio Muammar al-Gadafi, ocasionó que 80,000 extranjeros residentes en Uganda fueran asesinados o expulsados; lo que debilitó bastante la economía del país.

El canibalismo y la locura.
Oponentes políticos de Idi Amin, cuyas cabezas fueron halladas en un domicilio del dictador.
Uno de los rasgos más perturbadores sobre el ex-presidente de Uganda es aquel que trata sobre las acusaciones de canibalismo y el extraño comportamiento que según quienes lo conocieron; lo convertía en un ser peligroso y errático.
Antes de hacerse con el poder, Amin ya tenía un historial como un soldado despiadado y cruel, que por poco fue enviado a un consejo de guerra debido a las atrocidades que gustaba cometer con sus prisioneros; que iban desde ahogarlos metiéndoles cosas a la garganta, castigos de mutilación y amputación de los órganos sexuales. Una vez como presidente de Uganda, Idi Amin inclusive ordenaba la transmisión de la ejecución de sus oponentes, a quienes vestía de blanco con el fin de verlos "sangrar mejor".
Una vez que las víctimas eran ejecutadas, se les desmembraba y se cree que tenía el hábito de devorar las vísceras y otras partes del cuerpo; lo que podría ser confirmado por el hallazgo de las cabezas de varios oponentes políticos guardadas en un frigorífico de su palacio, así como una historia en la cual se habla de que su ministro de Justicia lo contradijo en público. Se dice que el hombre fue torturado y reprendido en televisión, y después fue cocinado y servido en un banquete que Amin dio en su palacio.
Su primera esposa, Kay, fue asesinada y desmembrada; y el cadáver dejado en el interior de un auto. Se le cosieron las piernas y brazos al revés, y se le exhibió en público como un ejemplo de la crueldad de Amin; mismo destino que siguieron varias esposas del dictador.

Tras romper relaciones diplomáticas con el Reino Unido, Amin declaró en televisión nacional que había derrotado al Imperio Británico, y se condecoró a sí mismo como "Conquistador del Imperio Británico; lo que convirtió su título auto-otorado en "Su Excelencia el presidente vitalicio, mariscal de campo Alhaji Dr. Idi Amin Dada, VC, DSO, MC, señor de todas las bestias de la tierra y peces del mar, y Conquistador del Imperio Británico en África en general, y en Uganda en particular". También creó la "Cruz Victoriosa" para imitar la "Cruz Victoria" de los británicos.
En occidente, era retratado como un hombre excéntrico y cómico, y la revista Time en 1977 lo describió como "un payaso y asesino, un bufón de gran corazón". Y su comportamiento ególatra, así como su salud mental; han llevado a muchos psicólogos a creer que Amin podía sufrir de sífilis o un posible desorden bipolar; ya que se le describía como alguien volátil y de temperamento violento; comportándose amable, alegre y carismático en un momento, y rápidamente volviéndose violento y brutal al siguiente.
También se consideraba a sí mismo una máquina sexual (tuvo más de 40 hijos); y en una ocasión, le envió un mensaje a la reina Isabel de Inglaterra, de quien se consideraba amigo y confidente; y la llamaba "Liz". El mensaje le decía "Deberías venir a Uganda si quieres conocer a un hombre de verdad".
"No quiero ser controlado por ningún superpoder.
Me considero a mí mismo la figura más poderosa 
del planeta, y por eso es que no permitiré que ningún
superpoder me controle."

miércoles, 25 de junio de 2014

La cosa que acecha los campos.

Fue hace unas semanas que las pacas de heno comenzaron a alejarse lentamente de mi casa. Cada mañana al despertar, cada una de ellas se había movido unas cuantas decenas de metros de donde habían estado antes. Asumí que se trataba de bromistas sin nada más que hacer. Así que lo ignoré.
Al cabo de unos días, las pacas comenzaron a acercarse a los límites de la granja. Me cansé del juego para entonces, y decidí empujarlas de vuelta. Me tomó una tediosa hora dejarlas cerca de la casa, y para cuando había terminado; me sentía listo para romperle el cuello a cualquier pequeño idiota que intentase fastidiarme.
La mañana siguiente, encontré a todos y cada uno de mis caballos decapitados. El olor fue lo que me despertó. Cada uno yacía a un costado de su caballeriza, y no había signos de las cabezas. Pasé el resto del día limpiando el desastre y enterrando los restos. Fue cuando acabé, que noté que todas las pacas de heno habían vuelto a donde las dejaron el día anterior; dispersas a lo largo de los campos. Esta vez las dejé ahí.

Esa noche me senté en el porche, escopeta en mano y con un tarro de café a mi lado. Permanecí por horas, inspeccionando los campos para ver si lograba dar con quién había movido mis pacas. Finalmente, estaba comenzando a dormirme. Y lo habría hecho, de no ser porque escuché un ruido y el crujir de los árboles de los bosques cercanos. Me levanté, con el corazón palpitando de emoción; esperando capturar por fin al bastardo. Apunté con el arma, esperando ansiosamente a quien fuese que se acercara. Solo cuando la criatura se acercó lo suficiente para distinguir su silueta en la oscuridad; me congelé sin saber qué hacer. La cosa que había salido de los bosques y merodeaba mis campos no sabía que estaba ahí.

Lo seguí por el campo, con el andar de un ladrón sigiloso. De no ser porque la cosa medía casi tres metros aún encorvada, me habría parecido muy frágil. La delgadez de sus brazos y piernas, y el aspecto hundido y esquelético de su pecho me recordó al de un animal hambriento.
Pero esta cosa era extrañamente fuerte, pues lo ví levantar una paca con cada brazo y bajarla de nuevo unos metros más adelante, cuidadosamente y dando solo un par de pasos para cubrir una gran distancia. Movía cada paca de forma precavida, y cada determinado tiempo levantaba la mirada para revisar las posiciones de las otras.
Antes de irse, dirigió la mirada hacia la casa. Sentí como sus ojos me observaban entre las sombras, pero si me vio o no; no pude decirlo. Posteriormente giró en silencio y regresó por donde vino, desapareciendo en la oscuridad del bosque. Me tomó una hora reunir el valor suficiente para moverme otra vez. Entré luego de un rato, pero no dormí es anoche. Y fue solo una vez que el sol salió, que me atreví a salir al porche y a los campos.
Las pacas de heno se encontraban donde las dejó, y de manera extraña no las movió tanto como en el transcurso de los días anteriores. Tomaban una forma invisible en los campos, y al verlos me di cuenta de que formaban una especie de línea. Y de hecho, al caminar alrededor de la casa; m epercaté de que formaban un círculo del cual yo era el centro. Al principio pensé que las habían movido al azar de la casa, pero ahora podía ver que las habían colocado en una especie de límite. Esta cosa me estaba mandando un mensaje. No dormí bien esa noche, y si logré hacerlo; fue solo porque me hallaba exhausto.

A la mañana siguiente, las pacas no se habían movido. No lo hicieron por el resto de la semana, de hecho. Finalmente estaban donde la cosa las quería. Me enfermé intentando interpretarlas. ¿Porqué esta cosa gastaría tanta energía moviendo mis pacas y me amenazara tan violentamente cuando tratara de intervenir? Matar a mis caballos era eso... una amenaza. Una amenaza inteligente, de hecho. Sabía que me asustaría, y sabía que también entendería las implicaciones.
El sonido de un automóvil dirigiéndose por el camino hacia mi granja me llenó de emoción una mañana. Estaba planeando abandonar el lugar desde que ví a la cosa, pero no quería arriesgarme a hacerlo a pie y que esa cosa me matara como a mis caballos. Pero si lograba subir al auto de quien fuese que venía por el camino, tal vez podría escapar antes de que me detuviera. No sabía o me importaba qué era. Decidí que en el momento que detuvieran el auto, saltaría al asiento del pasajero y les diría que nos largáramos del lugar.
No tuve la oportunidad.

El auto avanzó con lentitud por el camino, sacudiéndose por el difícil terreno. Le imploré silenciosamente que se apresurara. Y fue cuando pasó entre dos pacas localizadas a ambos lados del camino, que comencé a escuchar un tronido agudo proveniente del bosque. La cosa emergió de entre los árboles, galopando con sus cuatro patas terribles y esqueléticas en dirección al auto. En segundos, ya estaba ahí; golpeando el vehículo de la misma forma que un gran felino. Levantó y destrozó el vehículo sin problemas; y el hombre, quien sea que fuese, gritó; y pude escucharlo en medio de los crujidos del metal y el cristal. Solo se detuvo una vez que la criatura lo apretó con su mano y lo destrozó.
Lo arrojó y se irguió, dejándome verla bien. En el sol, pude ver lo inhumano de su ser. Estaba compuesto enteramente de algo vivo y horrible que había sido unido en una cruda imitación de una figura humana. Cualquier cosa de la que estuviese hecha, parecía tan pulida y dura que de no ser por el como se movía, me habría hecho pensar que era granito.

La cosa retrocedió hacia el bosque, dejándome sorprendido. Mis ojos aún se enfocaban en el auto, con su motor aún chisporroteando; en medio de las dos pacas del camino. Repentinamente, comprendí. El mensaje era claro. Era el cautivo de esta cosa, y no se me permitía tener visitas. Nada podía cruzar los bordes que había colocado. Estaba atrapado ahí, por la cosa que acecha los campos; y no demanda otra cosa más que el que yo no pueda escapar jamás.
Aún así, no sé si puedo soportar ser el canario de esa cosa. He pensado mucho durante los últimos días desde que lo ví aplastar el pecho de ese hombre. Si cruzara el borde de pacas quizás me haría lo mismo. Me aplastaría el cráneo antes de que siquiera intentara protegerme a mí mismo. Luego iría a buscar una mascota nueva, probablemente una que soportara el saber lo que estaba afuera; observando todo el tiempo con esos ojos brillantes e insectiles.

He pensado mucho en eso durante los últimos días. Quizás intente escapar.

Señor Boca Ancha.

Durante mi niñez, mi familia era como una gota de agua en un vasto río; nunca permaneciendo en un lugar por mucho tiempo. Nos asentamos en Rhode Island cuando tenía ocho, y permanecimos ahí hasta que fui al colegio en Colorado Springs. La mayoría de mis memorias están arraigadas a Rhode Island, pero hay algunos fragmentos en el ático de mi cerebro que pertenecen a los diversos hogares donde vivimos cuando era más joven.
La mayoría de estas memorias son vagas y sin sentido: perseguir a otro niño en el patio trasero de una casa en Carolina del Norte, tratar de construir una balsa para recorrer el río que corría tras el apartamento que rentábamos en Pennsylvania, y así. Pero hay un grupo de memorias que permanece tan claro como el vidrio; tanto como si hubiesen pasado ayer. A veces me pregunto si estos recuerdos son solo sueños lúcidos producidos por una prolongada enfermedad que experimenté ese verano, pero en mi corazón sé que son reales.
Vivíamos en una casa a las afueras de la ajetreada metrópolis de New Vineyard, Maine; de 643 habitantes. Era una gran estructura, en especial para una familia de tres. Tenía una gran cantidad de habitaciones que jamás vi en los cinco meses que vivimos ahí. Y en cierta forma era un desperdicio de espacio, pero era el único hogar disponible en el mercado en ese entonces; o al menos, dentro del rango de la hora que le tomaría a mi padre para viajar a su trabajo.
El día después de mi quinto cumpleaños (en el que solo estuvieron mis padres), me enfermé de fiebre. El doctor dijo que tenía mononucleosis, lo que significaba nada de juegos y más fiebre por al menos tres semanas más. Fue un tiempo horrible para permanecer en cama, pues estábamos en el proceso de empacar nuestras cosas para mudarnos a Pennsylvania; y la mayoría de mis pertenencias ya estaban metidas en cajas, lo que dejaba mi habitación vacía. Mi madre me trajo ginger ale y varios libros al día, siendo estos últimos mi forma primaria de entretenimiento por las semanas siguientes. La aburrición siempre aparecía a la vuelta de la esquina, amenazando con asomar su fea cabeza y hacerme sentir miserable.
No recuerdo como conocí al Señor Boca Ancha. Creo fue una semana después de que me diagnosticaran con mono. Mi primer recuerdo de la pequeña criatura fue preguntarle si tenía un nombre. A lo que contestó que le llamara Señor Boca Ancha, porque su boca era enorme. De hecho, casi todo sobre él era muy grande en comparación a su cuerpo: cabeza, ojos, sus orejas torcidas... pero su boca era la más gigantesca.

"Te ves como un Furby", le dije mientras él leía uno de mis libros.

El Señor Boca Ancha se detuvo y me miró confuso. "¿Furby? ¿Qué es un Furby?" Preguntó.

Me encogí de hombros. "Ya sabes... el juguete. El robot chiquito con las orejotas. Les puedes dar de comer y alimentarlos, casi como una mascota real."

"Oh." El Señor Boca Ancha resumió su actividad. "No necesitas uno de esos. No son lo mismo que tener un amigo real."

Recuerdo que el Señor Boca Ancha desaparecía cada que mi madre entraba a vigilarme. "Me escondo bajo tu cama," explicó después. "No quiero que tus padres me vean porque tengo miedo de que no nos dejen jugar otra vez."

No hicimos mucho durante los primeros días. El Señor Boca Ancha se limitaba a ver mis libros, fascinado por las historias e imágenes que contenían. La tercera o cuarta mañana luego de conocerlo, me saludó con una gran sonrisa en el rostro. "Tengo un juego nuevo que podemos jugar," dijo. "Esperaremos a que tu madre se vaya, porque así no nos verá jugar. Es un juego secreto."

Luego de que mi madre me trajo más libros y soda, como siempre, el Señor Boca Ancha salió de debajo de mi cama y me tomó de la mano. "Debemos ir a la habitación al final del pasillo." Dijo, y me quejé porque mis padres me habían prohibido salir de la cama sin permiso; pero el Señor Boca Ancha insistió hasta que le dije que sí.
La habitación en cuestión no tenía muebles o papel tapiz. Su único rasgo era una ventana opuesta a la puerta. El Señor Boca Ancha cruzó la habitación y empujó la ventana, abriéndola. Entonces me incitó a que mirara al suelo bajo ella.
Estábamos en el segundo piso de la casa, pero al estar en una colina, el ángulo de la caída era mayor que tres pisos debido a la inclinación. "Jugaremos a pretender." Dijo el Señor Boca Ancha. "Pretenderemos que hay un trampolín grande y suave bajo la ventana, y saltaremos. Si lo imaginas con suficiente fuerza, entonces podremos rebotar como una pluma. Quiero que lo intentes."

Era un niño de cinco años con fiebre, así que solo un pequeño rastro de escepticismo cruzó mis pensamientos al ver la caída y considerar la posibilidad. "Es una gran caída", dije.

"Pero esa es parte de la diversión. No sería divertido si solo fuera una caída corta. Si así fuera, pues mejor podríamos brincar en un trampolín real."

Jugueteé con la idea, imaginándome cayendo por el aire solo para rebotar hacia la ventana gracias a un objeto invisible. Pero el realismo prevaleció. "Quizás en otra ocasión," dije. "No sé si tengo suficiente imaginación, podría lastimarme."

La expresión de Señor Boca Ancha se contorsionó en un gruñido, solo momentáneamente. La ira dio paso a la decepción. "Si tú lo dices", dijo. Permaneció el resto del día bajo mi cama, quieto como un ratón.

La mañana siguiente, apareció cargando una pequeña caja. "Te enseñaré a hacer malabares. Aquí hay cosas con las que puedes practicar antes de que te empiece a dar lecciones."

Miré la caja. Estaba llena de cuchillos. "¡Mis padres me matarán!" Grité, horrorizado por la idea de que el Señor Boca Ancha había traído cuchillos a mi habitación: objetos que mis padres jamás me dejarían tocar. "¡Me van a golpear y castigar todo el año!"

Boca Ancha frunció el ceño. "Es divertido malabarear estos. Quiero que lo intentes."

Empujé la caja. "No puedo. Me meteré en problema. No es seguro lanzarlos por el aire."

Boca Ancha se enfureció. Tomó la caja de cuchillos y se deslizó bajo mi cama, permaneciendo ahí el resto del día. Me empecé a preguntar qué tanto permanecía ahí.

Comencé a tener problemas para dormir después de eso. El Señor Boca Ancha me despertaba por las noches, diciendo que había puesto un trampolín bajo mi ventana; uno grande que no podía ver en la oscuridad. Siempre me negaba y trataba de volver a dormir, pero él insistía. A veces permanecía a mi lado hasta el amanecer, impulsándome a saltar.
Ya no era tan divertido.
Una mañana, mi madre vino a mí y me dijo que podía salir a caminar. Dijo que el aire fresco me haría bien, especialmente luego de estar confinado a mi habitación por tanto tiempo. Me emocioné, me coloqué los zapatos para correr y troté hacia el porche trasero; deseando sentir el sol en el rostro.
El Señor Boca Ancha ya estaba ahí, esperándome.

"Aquí tengo algo que quiero que veas." Dijo. Debí haberlo visto de manera rara, porque entonces añadió "Es seguro, te lo prometo."

Lo seguí hasta el inicio de un sendero de ciervos que corría por los bosques detrás de mi casa. "Este es un camino importante." Explicó. "Tenía muchos amigos de tu edad, y cuando estaban listos los llevaba por este camino hasta un lugar especial. No estás listo aún, pero espero poder traerte algún día."

Regresé a casa, preguntándome qué clase de lugar se encontraba más allá del sendero.

Dos semanas después de conocer al Señor Boca Ancha, la última carga de nuestras posesiones fue subida a un camión de mudanzas. Yo estaría sentado en la cabina del camión, junto a mi padre de camino a Pennsylvania. Consideré decirle a Boca Ancha que me iría, pero incluso con cinco años de edad; comencé a sospechar que quizás las intenciones de la criatura no eran benéficas, a pesar de que dijera lo contrario. Por esa razón, decidí no decir nada.
Mi padre y yo estábamos en el camión a las cuatro de la mañana. Esperaba llegar a Pennsylvania al día siguiente a tiempo para el almuerzo, con la ayuda de una provisión infinita de café y un six-pack de bebidas energéticas. Parecía más un hombre listo para correr un maratón, que alguien que estaba a punto de permanecer sentado por dos días.

"¿Suficientemente temprano para tí?" Preguntó con un tono de simpatía.

Asentí y puse mi cabeza contra la ventana, esperando dormir un poco antes del amanecer. Sentí la mano de mi padre en el hombro. "Esta es la última mudanza, hijo. Lo prometo. Sé que es difícil para tí, por eso de que estuviste enfermo. Pero una vez que a papá lo asciendan, podremos asentarnos y harás amigos."

Abrí los ojos mientras salíamos por el camino de la entrada. Ví la silueta del Señor Boca Ancha en la ventana de mi habitación. Permaneció quieto hasta que giramos para salir al camino principal. Me dio una lastimera despedida con la mano, sosteniendo un cuchillo de carnicero. No le respondí.

Años más tarde, volví a New Vineyard. El lugar donde se hallaba nuestra casa ahora permanecía vacío, con excepción de los cimientos; pues se quemó años después de que mi familia se fuera. Por pura curiosidad, seguí el sendero de ciervos que Boca Ancha me había enseñado. Parte de mí pensaba que brincaría de un árbol y me asustaría, pero sentí que ya no existía. Que de alguna forma estaba atado a la casa que ya no existía.
El sendero terminaba en el Cementerio Memorial de New Vineyard.
Y gran parte de las tumbas ahí pertenecían a niños.